8.9.08

Perdón

Navegando por ahí me encontré con un texto viejo pero interesante que fue publicado en el año del 2002 y trata sobre el perdón y la neta me gusto como para compartirlo dejarlo integro y que den su opinión.

El perdón es un valor de uso corriente como moneda fraccionaria, pero casi imposible de hallar en billetes

Pedir perdón es sencillo cuando por descuido hemos tropezado con alguien en la calle; otorgarlo tampoco entraña grandes dificultades si se trata de condonar una deuda menor o zanjar un malentendido insignificante. Ahora bien, en las grandes ofensas rara vez aparece. El perdón es un valor de uso corriente como moneda fraccionaria, pero casi imposible de hallar en billetes.

Quizá sea que no existe el perdón en estado puro. Acaso el concepto de perdón sea una invención humana creada de buena fe, pero a sabiendas de que se trata de una palabra ambigua, imperfecta y circunstancial como lo son ciertos remiendos que ponemos a la vida cuando ésta desborda nuestro control y nuestra voluntad. Las religiones -la cristiana, entre ellas- han hecho del perdón un precepto de primer orden, vinculado a virtudes como la caridad, la magnanimidad, el amor al prójimo y la grandeza de espíritu. Han establecido unos procedimientos administrativos -digámoslo así- para cubrir los expedientes del perdón mediante fórmulas como la de la confesión y la absolución. Y hay otros ritos sociales igualmente tranquilizadores que nos crean la ilusión de perdonar o estar perdonados cuando, en el fondo, nuestras emociones sostienen todo lo contrario.

Sentido moral

A menudo somos conscientes de que debemos perdonar. Incluso de que nos conviene perdonar. Algo nos dice que no se pueden mantener perpetuas querellas que a la larga resultan más dolorosas que el agravio que las originó. A poco desarrollado que tenga el sentido moral, quien se niega a perdonar reconoce en sí mismo un incómodo rastro de maldad, de intolerancia o de rencor. Es posible que, en un arrebato piadoso, decidamos dar carpetazo al asunto y nos fundamos con nuestro ofensor en un abrazo de reconciliación. Pero nadie nos garantiza haber pasado la página. Quizá poco tiempo después de haber tirado los pelillos a la mar, los ecos del antiguo resentimiento desentierren el agravio padecido y nos hagan soltar un reproche que desmiente el perdón otorgado.


Creemos que el perdón es un signo de grandeza moral, cuando lo más frecuente es que se produzca por fatiga, por pereza, por un instantáneo arrebato emocional o simplemente por olvido indeliberado. Algunos filósofos -Vladimir Jankélevitch, entre los más modernos- se han preguntado si puede llamarse perdón al acto de reconciliación que no pasa el filtro del análisis intelectual. Por ejemplo: ¿Tienen derecho los familiares de una víctima por asesinato a perdonar al asesino sólo porque el tiempo ha mitigado su dolor primero? ¿No sería el muerto el único ser facultado para conceder ese perdón? ¿No debe el asesino, por tanto, cargar de por vida con la imposibilidad de ser perdonado? Muchas de las supuestas ‘reparaciones’ históricas, tan abundantes hoy, de pueblos, Estados o instituciones que piden perdón por las atrocidades cometidas por sus antepasados son equívocas invitaciones a la injusticia, puesto que nadie puede perdonar en nombre de otro.

Requisitos del perdón

Observaba Joan Fuster en su ‘Diccionario para ociosos’ que «hay quien se apresura a perdonar porque se siente incapaz de odiar o porque se cansa de odiar». Este que podríamos llamar ‘perdón de circunstancias’ suele ser, paradójicamente, el más eficaz y perdurable, aunque carezca de la solvencia ética del ‘perdón verdadero’. Salvo para el rencoroso enfermizo, mantener viva la llama del odio constituye una carga pesada. El rencor, por justificado que sea, es una bestezuela interior a la que hay que alimentar continuamente para que sobreviva a los olvidos, los descuidos o los arrebatos de debilidad emotiva.

Desde un punto de vista intelectual -luego ético- hay algo de pérdida de valores y bastante más de sinrazón en el perdón derivado del cansancio, del olvido o del paso del tiempo. Y, sin embargo, ¿qué habría sido de la Humanidad si todos los daños individuales y colectivos hubieran tenido que pasar el trámite de la justicia o del perdón explícito? ¿No es gracias a cierto abandono olvidadizo como se han aplacado muchos conflictos familiares o sociales que de otro modo se habrían enquistado en el odio, el ajuste de cuentas o la venganza?
Todo depende, ciertamente, de la gravedad de la injuria padecida. En los grandes daños, no es probable que haya perdón si no viene precedido del arrepentimiento del ofensor o de alguna forma vicaria de reparación del daño que predisponga nuestra voluntad a la indulgencia. Pero el perdón exige otros requisitos, el no menos importante de los cuales es el reconocimiento recíproco: por parte del causante del daño, el reconocimiento de su culpa; por parte del dañado, la aceptación de que todos podemos cometer errores. En realidad hay pocas cosas ‘imperdonables’ si pensamos que el ser humano es un manojo más o menos anómalo de grandezas y miserias. Del mismo modo que no es posible perdonar al criminal reincidente que se mofa de sus víctimas, tampoco conduce a ninguna parte el cómico rigor del ultrajado a quien su calidad de herido le hace sentirse superior.

Reflexiones:

“A falta de perdón deja venir el olvido” (Alfred de Musset)
“Es más fácil perdonar a un enemigo que a un amigo” (William Blake)
“Dios me perdonará; es su oficio! (Heinrich Heine)
“Olvida siempre a tus enemigos, pero no olvides nunca sus nombres” (Robert F.Kenned)
“Saber olvidar, más es dicha que arte” (Baltasar Gracián)
“Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra superior a él” (Francis Bacon)

José María Romera © El Correo Num. 1854, Miércoles, 09/01/2002

14 comentarios:

PashmiNa dijo...

MMM... pues es muy lindo pero cómo cuesta pedirlo y otorgarlo... hay una frase que siempre dice mi papá y que la verdad también yo porque soy de esa filosofía: "perdono pero no olvido"... cómo cuesta pero es cierto y es mucho más valioso que cualquier billete..

Me gusta tu post, ya vi que tengo más gente en mi blog y es por andar de curiosa en otros, qué bueno que te gustó mi nueva imagen, a mí me encantó!! jajaja!!

Besos!!

CronoWhore dijo...

Pos amigo yo de corazón he perdonado pero tengo que hacer el comentario que al menos en mi caso, antes de perdonar, tuve que llegar al odio extremo JAJAAJAJJAA y luego, darme cuenta de que lo que me habían hecho o dicho o mandado decir, en realidad había contribuído de una u otra manera a mi felicidad presente. Y otro comentario...a quien realmente más trabajo me cuesta perdonar, es a mí mismo.

tooru_magami dijo...

Oh ese escrito ya me lo habian enviado una vez por e mail como power point, la verdad me tocó mucho cuando lo leí por primera vez pues estaba en una situación un tanto delicada es un gustazo volverlo a leer :D

Como que ultimamente has estado tocando temas muy especiales no señor???


(btw. epicaaaa??? weeeeeeee epicaaaaaa!!!! espero te haya idfo muuuy bien y traigas fotos xD, no me apunte por pobre y empleada xD)

Mar dijo...

Ah, muy interesante escrito.
En general, muy de acuerdo con lo que en él se expresa. Creo que el perdón suele ser muy fácil de emplearse cuando se trata de asuntos insignificantes que aunque en el momento causaron molestia o inconformidad, al final no trascendieron. Sin embargo, perdonar una acción que nos trajo verdadero dolor es bien difícil. Muchas veces creemos 'perdonar', cuando en realidad sólo hicimos una reducción de la molestia que recordar el suceso, nos produce.

Pienso que se requiere mucha humildad para perdonar sinceramente, pues, así como dice el final del texto, muchas veces los agraviados -consciente o inconscientemente- absorbemos un papel de superioridad, y aprovechándonos de éste, declaramos algo como "nunca, nunca te podré perdonar" o "jamás le voy a perdonar lo que me hizo porque blablablá" que lejos de ser expresiones de dolor, son expresiones de orgullo.

En fin, creo que me excedí. A todo esto: perdonar es de grandes.
...Por eso Heine tiene razón. Jajá.

Unknown dijo...

jajajajaja, me gustó mucho la frase de Heinrich Heine :)

Saludos ;)

*ஐʚïɞ Alex Colatte ʚïɞஐ* dijo...

mmmmmmmmmmmmm


perdon

blackeagle-italiano dijo...

hoy en día la gente es más fria y se preocupa solo por uno mismo pero de que existe el perdón en su totalidad, eso que ni que!!

Orizschna dijo...

Uta....perdón.
1.Muy difícil de pedir
2.Más difícil de conceder
3.Más más difícil saber a quién pedirle perdón
4. Más más más difícil saber a quien perdonar.

Puro pinche egoismo hay en el mundo.
Chido post mi Dacruxxx.
Besotes!

NIÑA AGRIDULCE dijo...

creo que siempre se llega al perdón como resultado inevitable... lo que resulta mucho más difícil que el perdón en si, es el olvido, y ¿cómo lograr semejante hazaña?, si la misma naturaleza humana se esfuerza por preservar todos los hechos de nuestra historia en la memoria(consciente u inconscientemente) como parte de su mecanismo de aprendizaje... conservación... y supervivencia...
creo que el origen del perdón radica en la premisa : "el querer es poder"... si quieres perdonas, si no quieres no perdonas... y tan-tan...
pedir perdon o dar el perdon depende de muchos factores internos e externos... y casi infaliblemente el que busca ser perdonado recibirá como acción en cadena el perdón... pero (siempre queda el pero), el daño hecho nunca lo puedes borrar, no le puedes dar deleite como en una maquina procesadora de datos... y dependerá del victimario (a base de actos compensatorios, esfuerzos muy voluntarios, firmes intenciones) de volver a su estatus original...virginal... y puro ante los ojos del agraviado... eso si, nada jamás ser igual otra vez...
cualquier realcion humana que conlleve intercambiar o interactuar con sentimientos, siempre estará expuesta a padecer inicidentes o malosentendidos... a sufrir rupturas... y a padecer ofensas desde mínimas hasta las llamdas imperdonables... a fin de cuentas no somos perfectos... y hay muy pocos santos... lo que queda, es pensar muy bien lo que vamos a decir... lo que vamos a hacer... intentar prever el futuro inmediato para analizar si nuestros actos... hechos... actitudes... y palabras pueden herir o lastimar en determinado momento a alguien... y más si ese alguien es importante en nuestras vidas...
en fin, yo puede que me sobe la mejilla después de un chingazo, pero de eso a poner la otra mejilla pa' que me surtan dos veces, ¡ni madres!...
que le voy a ser, creo más bien que soy una igualada... jajajajajajajajajaja...

besos agridulces

chOcolAte sEnXuAl dijo...

El perdon es una de las cosas que el hombre siempre busca pero que le es bien dificil de dar.

No es nada sencillo hay que aprender, es todo un reto, y solo se logra si se tiene el suficiente amor tanto propio como hacia los demas.

Dan Campos dijo...

Muy buen texto.

Diantres, ultimadamente entro mucho a tu changarro a reflexionar... extraño leer o comentar de porno o esas cosas, sniff....

XD

Anónimo dijo...

Soy el autor del texto. Me alegro de que os haya interesado. Buen blog, amigos.

Un saludo

W4L45 dijo...

Interesante el texto.. cierto es que todos experimentamos de manera diferente el pedir y otorgarlo..

Cuando no hay mas remedio.. y arrancandose las entrañas de rabia.. hay que ofreser la mejilla.

Saludos..

Mariana... dijo...

:O